Revive en nuestro recuerdo el inolvidable Javier Solís en la personificada voz de El Charro del Misterio, quien rinde así un sincero homenaje al ídolo desaparecido.
Aporte: Armando Musical.
¡¡¡Atención corredores!!!...¡¿Ya están cobrados y pagados!?...¡¡¡Abran las puertas!!! Con marcado arrebato los gritos se atropellan. Unos van y otros vienen por los pasillos del palenque. Las aromas de bebidas, cerveza y cigarrillos enrarecen el ambiente. Con agilidad en las improvisadas galerías, las meseras venciendo el equilibrio, suben y bajan atendiendo con risueño comedimiento a los parroquianos... ¡Voy cien al rojo!... ¡Voy cien al rojo!... ¡Al verde quinientos!... ¡Al verde quinientos...!
Las luces se apagan en los pasillos y los reflectores se encienden iluminando el anillo que despejan los corredores. El vocerío baja de volumen. El estruendo de las trompetas y acompasados acordes de las guitarras y guitarrón anuncian al mariachi cuyos violines entonan Ay, Jalisco, no te rajes, canción de Esperón y Cortázar... Luego, de Juan José Espinosa, se escuchan Las Alteñitas. El mariachi cambia de ritmo y los cadenciosos arpegios de armoniosos acordes señalan la entonación de un bolero. En su momento, el auditorio escucha la educada, timbrada y segura voz del barítono que por el pasillo entra despacio a escena cantando Urgencia. La gente guarda silencio. Es un charro vestido de negro y enmascarado. Es... ¡¡¡el Charro del Misterio!!!
El público se levanta, grita, aplaude... y el artista se agiganta. Regresa al auditorio los sombreros que en desatada euforia habían arrojado al anillo. El mariachi sigue y el Charro del Misterio canta Ven a vivir conmigo... Cien páginas... y así se fueron desgranando más y más melodías en la imponente, a veces, y a la vez suave voz del enigmático barítono vestido de negro. Los aplausos del público lo retienen, hasta que el grupo musical se despide con las notas de “El mariachi, de Pepe Guízar.
El altoparlante irrumpe en el bullicio nocturno anunciando que la siguiente pelea es de compromiso. ¡Cierren las puertas!... ¡Hagan sus apuestas señores!... Y sigue la algarabía de los cazadores de apuestas. ¡Voy al rojo!... ¡Voy al rojo!... ¡Al verde trescientos!...¡Al verde trescientos!... Y así, en este ambiente, nuestro personaje recorrió los palenques de la República Mexicana.
Era el día de San Martín Caballero, 11 de noviembre de 1932, cuando nació en Bernalejo, José Martín, por nosotros conocido como «El Torero»; artísticamente, «El Charro del Misterio». Sus padres, D. Tomás Hernández Dávalos y Da. Antonia Martínez Gómez.
Su padre D. Tomás, y el mío, muy jóvenes salieron de Tlacuitapa en busca de fortuna rumbo a Estados Unidos. Luego de aventurarse en varias partes sin obtener el éxito, se establecen en el valle del Condado de Utah, en el entonces disperso caserío de Provo, población asentada en las laderas de las Montañas Range. Trabajaban en las minas de oro y plata descubiertas el año de 1863 por el californiano Patrick E. Cónnor. Con motivo de la recesión habida en la Unión Americana a principios de la década de 1930, regresan a su patria. Muchas veces acompañé a mi padre, Felipe Hernández, al negocio de la familia Hernández Martínez y escuché de boca de ellos, el recuerdo de sus aventuras.
Se inicia en Lagos en la bohemia musical y respondiendo a sus inquietudes; mi primo emigra a Guadalajara donde inicia su carrera artística. Poseedor de privilegiada voz, ingresa a la Escuela de Música dependiente del Teatro Degollado. En la capital del Estado combinó el trabajo con el estudio llevando a la práctica, en los lugares donde se presentaba, sus adelantos musicales. Tuvo largas temporadas de éxitos en El Sarape, alternando con los triunfadores de la época, porque ese lugar se distingue por la calidad de sus invitados y asistentes.
En las cortas temporadas que regresa a Lagos de Moreno colabora en la industria familiar de sus padres: la manufactura artesanal de charolas de vara adosadas con centros adornados en exquisito arte plumario y la elaboración del jamoncillo de leche preparado con fórmulas de tradición familiar. Todo laguense que quiere llevar de Lagos un excelente jamoncillo, sabía con quién encontrarlo: en el estanquillo que en el Mercado Francisco González León tenían D. Tomás y Da. Toña.
Incursionó en el ejército alcanzando el grado de Capitán Primero de Trasmisiones de la 151ª Brigada.
En 1966 cubre una temporada en el «Show del Mediodía» del Canal 6 de Monterrey. Trabaja junto a Elsa Riente, Rolando Ríos, Susy Velasco, Pablo Magno y el conjunto de los Hermanos Martínez.
En busca de su consolidación artística, el año de 1970, pasa a la Ciudad de México, donde sus innatas cualidades, disciplina, temple y decidido afán de triunfo, le hicieron imponerse. Incursiona en televisión en programas del Canal 8, presentaciones en centros nocturnos, principalmente en la Taberna El Greco, de mucha afluencia para el turismo nacional e internacional. Luego vinieron los discos en las firmas R. C. A. Víctor, Peerless y Falcón, logrando quince grabaciones.
En el homenaje que se le rindió en la Arena Coliseo a Javier Solís con motivo del Primer Aniversario de su fallecimiento, participó estelarmente junto a Vicente Fernández. Con la voz del «Charro del Misterio» se recordó al cantante desaparecido. Se evocaron también otros grandes del espectáculo: David Castañeda recordó a Pedro Infante; Jorge Valdemar, a Jorge Negrete. También estuvieron presentes, el Enano Santanón, Perla Rojo, Tere Villa, Los Xochimilcas y otros artistas más.
Vinieron luego las presentaciones en palenques y giras artísticas, no tan sólo en la República Mexicana, también en América del Sur y la Unión Americana. Las caravanas artísticas a grandes titulares anunciaban: Vuelve Javier Solís con el Charro del Misterio; o bien, Vicente Fernández mano a mano con El Charro del Misterio.
Hurgando la colección de programas y publicaciones que José Martín celosamente guarda como tesoro valioso, nos dimos cuenta de la temporada de éxitos en San Diego y Los Ángeles, California, con presentaciones artísticas al lado de Lola Beltrán, Trini Ponce, Eleonor Solares, Carmen Salinas, Gil Olivarez, Alejandro Rivera, Olga Breeskin, Lucha Villa, Juan Gabriel, Dueto Frontera, Valentina Leyva, Lupita Dalessio, Vicente Fernández, Carmen del Valle, Rosenda Bernal, Trío Los Panchos, Chucho Navarro, Lalo González El Piporro y Jorge Rivero.
En 1985 incursiona en el cine participando en cinco películas: Los Chacales, Los Intrépidos Punk, Supersán el Invencible, El muro de la ciudad y El Charro del Misterio. Uno de sus más caros anhelos es filmar aquí, en Lagos de Moreno, Tlacuitapa y otros puntos de la región, lo que sería la segunda parte de El Charro del Misterio.
Una faceta desconocida por la mayoría de la gente que dice conocer a José Martín, es la de compositor. En este renglón surge de la inspiración del artista la vena de inspiración en medidas estrofas para burilar sentidos boleros. Cuando platiqué con él hace años, rebasaban las setenta composiciones, y siguió componiendo más. ¿Qué más se puede esperar de una persona dedicada al cien por ciento al arte? José Martín es un eterno enamorado de la vida y la mujer, musa principal de sus inspiraciones. El día que me concedió la entrevista tenía sobre el escritorio las estrofas de una canción que había creado la noche anterior y me pidió le pusiera nombre. Tomó la guitarra y, en una audición privada, —tan sólo nos hallábamos D. Tomás, su señor padre; el Lic. Pastrana, su hijita y yo—, estábamos recibiendo las primicias de una composición de su autoría: Altiva y preciosa.
Otras canciones de su inspiración son: Falsía, Un condenado, Salvaje, Otro piropo, Yo, el pecador, Tu mirada, Eres tú, Revancha y muchas más. Su vena de compositor lo ha llevado a forjar, con alegre marcialidad, pasodobles” dedicados a triunfadores como Eloy Cavazos, Pablo, Hermoso de Mendoza y el dedicado al «Volcán de Aguascalientes», Rafael Rodríguez». Luego nos ofreció una de las melodías que más quiere, el son-huapango Santa María de los Lagos.
José Martín se casó el año de 1951 con Joaquina Alcalá Muñoz, y en su matrimonio procreó cuatro hijos: María Mercedes, Tomás, María de la Luz Antonia y Martín Hermión.
Como buen artesano del arte plumario, el 14 de enero del año 2000 realizó un Divino Rostro con plumas de gallos de pelea. ¡Toda una obra de arte! Las manos del artista logran plasmar las luces y sombras que señalan los contornos del Divino Maestro, logrando magistralmente presentar una demostración de selección plumaria. Sorprende la triste mirada del Nazareno enmarcada en un rostro rematado con cabello y barba de confección realista.
Estos son breves apuntes de D. José Martín, por nosotros conocido como «El Torero» y artísticamente «El Charro del Misterio». El artista laguense de la mejor voz, el inspirado compositor y excelente artesano. José Martín: El Charro del Misterio (periódico a.m. de León, Gto. 2016-08-06; Ezequiel Hernández Lugo).
Es muchísimo el material que cantó El Charro del Misterio del repertorio de Javier Solís, no yendo muy lejos, este LP de valses que presentamos es casi idéntico al de Javier... hasta con similitudes en la portada.
Aporte: Armando Musical.