El cantante Carlos Lico falleció la madrugada del 7 de noviembre de 2009 víctima de males renales asociados a cáncer de próstata, informó su hija Patricia. Comentó que el intérprete de temas como No se había sometido desde hace siete meses a un tratamiento, incluyendo quimioterapias para combatir el cáncer. Agregó que debido a su padecimiento, Lico empezó a sufrir de hinchazón en cara y cuerpo. Señaló que falleció a las 4:00 horas del día mencionado, a causa de una insuficiencia renal crónica, provocada por el cáncer de próstata que lo aquejaba.
Los restos de Carlos Lico fueron velados en conocida agencia funeraria localizada en las calles de Sullivan de la ciudad de México, siendo incinerado el domingo 8 y sus cenizas depositadas en un mausoleo.
Carlos José Reyes Hernández nació un 2 de enero en Izamal, Yucatán. Sus padres, Luis Reyes Domínguez y Aurora Hernández Cárdenas, eran familiares de dos grandes compositores yucatecos: Guty Cárdenas y Pepe Domínguez.
Desde muy pequeño Carlos mostró un gran amor por la poesía y la música, por lo que cultivó su voz y su guitarra… Según sus propias palabras, “esto no era difícil al crecer en un mundo de seres que se sienten felices al alimentarse de su creatividad, de la alegría de vivir y la música, soñando con la gloria y el éxito”.
Su carrera inició a principios de la década de 1950, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, al integrarse a un trío. Posteriormente pasó por varios grupos más, como Los Tres Reales, Los Dante, Los Delfines, Los Embajadores, Los Modernistas, Las Tres Siluetas, Los Pao, Los Columbos y Los Vegas, con los que grabó dos discos LP's, uno en Londres y otro en Nueva York; en ambos él hacía las voces y tocaba guitarra, tumbadoras y trombón.
Después de varias giras por Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico, decidió regresar a México, en donde se dedicó a estudiar y a componer sus propias canciones.
Gracias a su tenacidad, y al apoyo de Alfredo Marcelo Gil y Sergio Núñez Falcón, se dio a conocer como intérprete; las canciones con las que ha sido reconocido, y que han quedado en el gusto popular son: No; Adoro; Esta tarde vi llover y Tengo, de Armando Manzanero; Soy y Tú, qué me das, de Francisco Chanona, y Vete de aquí, de Héctor Meneses.
En cuanto a su trayectoria como compositor, destacan las canciones Todos esos días, con Vikky Carr y él mismo; Alma rota (Cantinero), con La Sonora Santanera, Alberto Vázquez, Los Montejo y él mismo; Liliana, que le compuso a su hija y fue grabada por él mismo; Si no te quisiera, con Banda El Recodo, Vicente Fernández y Lucha Villa, y La Boa, que hizo en coautoría con Félix Reyna y fue grabada por La Sonora Santanera, Enrique Guzmán y Garibaldi.
Gracias a su voz privilegiada, con gran poder de volumen y amplio registro (como lo podemos apreciar en su magnífica versión de Sueño imposible), los medios lo bautizaron como El señor de la voz de oro; así mismo, se le llegó a nombrar Las manos que cantan, por su expresividad con ellas al interpretar sus canciones. Se le otorgaron innumerables reconocimientos y homenajes en toda Latinoamérica, tanto en radio como en televisión por sus dos facetas: autor e intérprete, así como discos de oro y de platino por sus ventas.
Durante su larga carrera como intérprete grabó 47 discos, y como autor sus temas han tenido innumerables grabaciones.
(Fuente: Sociedad de Autores y Compositores de México).
Aporte: Armando Musical con la colaboración de Juan ángel.
A manera de homenaje póstumo hemos colocado el artículo que aparece en seguida, pero antes intercalamos un fragmento de la
entrevista que le hizo Sergio Sarmiento a Armando Manzanero el 6 de mayo de 2009, y que se relaciona con nuestro artista:
Sarmiento: ¿Cómo surgieron, cómo surgió su contacto con Carlos Lico que finalmente al cantar...?
Manzanero: Bello, bello, hermoso, hermoso. Como le digo a usted, todo lo mío tiene una historia que realmente vale la pena
contarla y que sean escuchadas. Yo conozco a Carlos Lico porque estaba acompañando a Daniel Riolobos en Puerto Rico, yo estaba acompañando
a Daniel con mi piano y todas las noches íbamos a escuchar después del show, a un grupo que se llamaban Los Vegas, que eran mexicanos
que trabajaban en un hotel a un lado de donde nosotros trabajábamos, ahí estaba compuesto por Luis González, que era el que arreglaba, gran
músico mexicano y entre uno de los primeros cantantes que habían estaba Carlos Lico. Pero Carlos Lico me hace saber y me hace sentir que
ya se iba a salir del grupo porque quería probar suerte solo. Cuando yo regreso a México vía Yucatán porque me quería quedar a ver
a mis padres en Mérida, viajo con Carlos Lico de regreso y él me contó otra vez que quería cantar solo. Cuando yo regreso a México,
empiezo a tener la idea ya de también dejar de acompañar cantantes porque quería probar solo mi suerte como compositor, y es así
como yo me voy a tocar a un bar, ya con un grupo y coincidentemente Carlos Lico tocaba en otro a dos esquinas, que era un bar que
estaba en Insurgentes, que se llamaba creo que el Ipanema y yo tocaba en uno que se llamaba La Diligencia o algo
así por el estilo. El caso es que cuando me entero que Carlos Lico va a empezar a grabar, yo le digo: "mira, tengo una canción
que yo creo que podría ser muy factible para ti" y es así como Carlos Lico me graba No.
Sarmiento: No, ¿fue su primer éxito en grande?
Manzanero: El primer éxito, además, con una cosa curiosa, ya me habían grabado No por otros artistas y
no había tenido el éxito, porque hacía falta ese tipo de arreglo, ese tipo de voz, esa manera de interpretar...
«Carlos Lico merecía un mejor adiós.
»El trovador y compositor yucateco falleció el siete de noviembre de 2009 y deja para la historia de la música romántica un legado artístico que hace falta valorar.
Una noche, a finales de 1967, caminando por la avenida de los Insurgentes de la Ciudad de México, llegué al Café Ipanema, un popular sitio que todas las noches presentaba a los mejores trovadores y guitarreros de aquel entonces. Junto a la entrada, en una vitrina, estaban los nombres y fotografías de los artistas que esa noche subirían al escenario: Carlos Lico, Arnulfo Vega y Víctor Yturbe El Pirulí.
En esos años, los adolescentes nos habíamos transformado en "la juventud" y traíamos una autoestima que daba miedo. La música era uno de los medios de expresión más poderosos y la guitarra vivía una época de oro. Las tendencias armónicas de la música romántica habían ido evolucionando, y para tocar bien las canciones de Álvaro Carrillo, Vicente Garrido, Arturo Castro, Luis Demetrio y otros compositores modernos era conveniente ver en vivo a los que sabían sacarle a la guitarra las armonías ricas y audaces del excitante Bolero-feeling. Por eso, ir al Ipanema era una peregrinación obligatoria para los que siempre andábamos armados con una lira y queríamos aprender más. Esa noche escuché por primera vez a Carlos Lico. Su presencia era imponente: seguro de sí mismo, elegante, amable, enérgico y carismático. Anunció que iba a cantar unos temas que estaba grabando para su nuevo disco. Entre ellos escucharíamos unos boleros que ya habían sido grabados antes en voz de su autor, Armando Manzanero, en una producción que pocos conocían. Carlos tomó la guitarra y se puso a cantar.
»Para mí, la vivencia fue maravillosa y reveladora. La voz del cantante, llena de dramatismo y sensibilidad, era la expresión misma de los protagonistas de las historias de amor que estaba contando. Incluso su lenguaje corporal complementaba las expresiones del amante que descubre, del enamorado que se entrega, del que sufre y siente rabia por una traición, o del que ha fallado y pide perdón. Primero cantó No, el tema de Armando Manzanero que —unas semanas después— detonaría el explosivo ascenso del cantante hasta llegar a ser identificado como La Voz de Oro. En realidad, Lico era un verdadero intérprete del sentido de la canción: la ambivalencia entre las duras palabras —que rechazan un amor erosionado— y la melodía, llena de nostalgia, que refleja la profundidad de aquel cariño. Nadie podría expresar el tema mejor que este cantante yucateco de gran poder y amplio registro.
»El set de aquella noche incluyó otras canciones igualmente sorprendentes: Adoro, Esta tarde vi llover y Tengo. La modernidad de los boleros, muy alejados ya de la etapa dorada de Lara y Curiel, se proyectaba en nuevos acordes y relaciones tonales. Era una revolución sonora que acercaba a los jóvenes románticos de la generación beatleriana al mundo del nuevo bolero mexicano. Carlos ampliaba el camino abierto por Pepe Jara y otros cancioneros de su generación y, con su estilo, preparaba la llegada de jóvenes —como José José o Raúl Vale— que no tardarían en seguirlo. Para finales de los años sesenta Carlos Lico ya había acumulado la experiencia de una vida dedicada siempre al canto romántico.
»Carlos José Reyes Hernández —su verdadero nombre— nació en Izamal, Yucatán, en enero de 1933. Según se dice, su familia estaba emparentada con dos talentos legendarios de la música peninsular: Guty Cárdenas y Pepe Domínguez, autores de claves, bambucos, sones y boleros ya clásicos de nuestra memoria musical más querida. Desde niño mostró interés y vocación para la música y la poesía, por lo que pronto aprendió a tocar la guitarra y a cultivar su voz. A principios de los cincuenta Carlos inició una carrera artística formal integrándose a un trío. El escenario de sus primeras actuaciones fue Nuevo Laredo, Tamaulipas. Su voz, su habilidad en la guitarra y su atrayente personalidad lo fueron impulsando por una larga serie de agrupaciones: Los Tres Reales, Los Dante, Los Delfines, Los Embajadores, Los Modernistas, Las Tres Siluetas, Los Pao, Los Columbos y Los Vegas.
»Interpretaciones suyas aparecieron en dos discos LP, uno grabado en Londres y otro en Nueva York. En ellos saltó al oído su versátil talento pues grabó voces, guitarra, trombón y tumbadoras. Después de extensas giras por Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico, Carlos decidió regresar al país para capitalizar la experiencia y dar salida a sus inquietudes como compositor. Lico escribió muchas canciones. Entre las más conocidas están: Liliana, Con estas manos, Que me lleve el tren y Cantinero. Sin embargo, su aportación más sobresaliente es, sin duda, La boa, un clásico del ambiente tropical, especialmente en la conocida versión de la Sonora Santanera. La participación de Lico en esta historia es curiosa y por ello se la cuento.
»Mire usted: originalmente La boa se titula Angoa. Es una obra cubana escrita en 1946 por Félix Reyna, un desaparecido violinista miembro de la orquesta Arcaño y sus Maravillas. La pieza giraba en torno a un personaje pintoresco de La Habana llamado Ricardo Benedit Varela, sensacional y elegante bailarín al que apodaban, precisamente, Angoa, y cuya fama retumbó en los salones y peñas de baile de Cuba durante los años cuarenta y cincuenta. Angoa era un tipo elegante: trajes impecablemente planchados, sombrero galán y, en la mano, un vistoso bastón. Se dice que Angoa enloquecía a las mujeres con su habilidad para bailar el danzón.
»Carlos Lico descubrió el tema observando cómo los asistentes a los salones de baile de La Habana rodeaban la pista cobijando al trajeado bailarín de color gritando a coro: ¡Es… Angoa!. Entusiasmado con la pieza, Lico la trajo a México a principios de los sesenta. Acá nadie sabía quién era Angoa ni le interesaba saberlo. Entonces Carlos le adaptó una letra con variantes adecuadas a México, y en vez de Angoa le puso La boa.
»Un día, Lico se encontró casualmente con el director y fundador de la Sonora Santanera, el trompetista Carlos Colorado, y le propuso el tema para que lo grabara. El resultado fue increíble: La boa se hizo inmensamente popular y se convirtió en la rúbrica emblemática de la Santanera. Hay muchos que piensan que la canción fue una creación total de Lico, pero si usted se fija en los créditos autorales notará que la obra se acredita a Lico y a Félix Reyna en coautoría.
»Durante años Carlos Lico cultivó un numeroso público por todo Latinoamérica. Además de los éxitos escritos por Manzanero, Lico colocó en el gusto popular obras como: Tú qué me das y Voy, de Paco Chanona, y Vete de aquí, de Héctor Meneses. En su carrera grabó 47 álbumes y sus creaciones han sido interpretadas por La Banda el Recodo, Vicente Fernández, Lucha Villa, Vikki Carr, Enrique Guzmán, Garibaldi y muchos más.
»En tiempos recientes, Carlos se fue retirando de los escenarios pues le fue diagnosticado un cáncer y el siete de noviembre de 2009
falleció a los 76 años de edad. Yo esperaba sumarme a las manifestaciones de duelo por la partida de este gran cantante y compositor:
uno de los que dotaron de sentido al bolero para la generación del Amor y Paz en años de Juegos Olímpicos, Tlatelolco,
Halcones y Avándaro. Desafortunadamente —como un oscuro atavismo— la indiferencia fue la señal con la que le dijimos adiós a Lico.
Ni siquiera una esquela, un programa especial o un reportaje a fondo. Nada. Qué tristeza. Hoy por la tarde pasé frente a lo que fue
el Café Ipanema y reviví en mi recuerdo aquella noche de 1967 cuando Lico me reveló la magia del bolero. Y mientras esperaba
el verde del semáforo conjuré su presencia y le dije: gracias. Para mí que Lico merecía una mejor despedida: la que
el México romántico tendría que haberle dado a uno de los grandes, a una auténtica Voz de Oro. Pero ni modo...
así somos aquí».
Artículo de Jame Almeida, publicado en Milenio Semanal el 22 de noviembre de 2009.
Lo mejor de los compositores que han cantado al amor se han reunido en este LP. Remembranzas de toda una época sentimental y romántica se hacen presentes con sólo evocarlos una voz: Carlos Lico.
Nos hará despertar vivencias con las canciones de María Grever Cuando vuelva a tu lado y Te quiero, dijiste. Con nuestra Peregrina de Ricardo Palmerín, que ha recorrido el mundo entero de boca en boca en diferentes idiomas. Lo más bello cantado hasta hoy a un puerto: Veracruz de Agustín Lara. Cada una de ellas será, después de escucharlas en la voz de Carlos Lico, como Un viejo amor, porque no se olvida.
Su gran emotividad lo ha llevado a rendir, con su maravillosa voz, un simbólico homenaje a todos esos países que él ha recorrido y que lo han acogido. A todos ellos les canta: a Puerto Rico, Preciosa, de Rafael Hernández, Nostalgia, con todo el sentimiento que ha podido manifestar un argentino cuando canta a su amada; a Venezuela con su tradicional canción popular Ansiedad, y lo más sentido que ha dado Perú a través de su música, El plebeyo, y la inolvidable Historia de un amor, de Carlos Eleta.
Canciones... todas ellas bellas canciones que en la voz de Carlos Lico recobran nuevos matices, como para sorprender al propio autor.
Todo esto es... Carlos Lico Internacional
(Texto de la contraportada).
Aporte del LP: Gil, Don Sata, a quien enviamos nuestro agradecimiento hasta el Condado de la Naranja, Cal. USA.
Aporte: Armando Musical
Aporte: Armando Musical